Así pues, despidiéndose del leñador nuestra historia se adentra en la oscuridad de la noche. Recorriendo callejuelas mal adoquinadas llegó al mercado, alumbrado a penas por unas pocas lámparas de aceite pudo distinguir una casucha con una tenue luz en su interior.
A falta de una puerta, la tienda tenía montones de cortinas que estorbaban de sobremanera al que quería pasar.
A medida que avanzaba entre las telas, iba percibiendo un olor extraño, algo afrutado quizás.
Por fin pasó la última cortina, y pisando una de las muchas alfombras y cojines que poblaban la acogedora habitación, se paró a contemplar la joven mujer que yacía sobre una enorme almohada, relajada, sujetando una alargada pipa coronada por una columna de humo.
-Bienvenido hermano, ponte cómodo.- Saludaba la joven mientras respiraba el humo afrutado.
El visitante miró a su lado buscando un sitio apropiado, pero lo cierto es que todo parecía un asiento agradable, hasta el propio búho con sus esplendorosas plumas parecía cómodo.
-¿Eres tú “El Búho”?- Dijo ya sentado en un cojín.
-¿Yo?- Preguntó la chica mirando a su alrededor.
-Sí.
-Sí, supongo que sí, ¿Quieres beber algo?
-Tengo preguntas que hacerte, ¿Sabes algo de personas que pierden la memoria?
-Veo tensión en tus palabras, ¿Quieres?- Dijo ofreciéndole su pipa.
-No gracias, necesito respuestas…
-Respuestas… ¿Para qué?
-Para saber quién me ha dejado sin pasado.
-Sin pasado… interesante… ¿Alguien te lo ha quitado?
-Sí, debo encontrarle.
-Para encontrar primero hay que saber lo que buscar.
-Busco alguien capaz de arrebatar los recuerdos.
-Entonces no buscas tus recuerdos, sino venganza…
-No, sí, no, busco mis recuerdos, ¡Pero para ello debo encontrar al que me los quitó!
-¿Y dónde crees que los guarda?- Planteó la chica mirando relajada la infinitud del techo.
-¿Cómo que dónde los guarda?
-Si ese alguien te los ha robado, entonces los tendrá escondidos ¿No?
-No los puede tener guardados, ¡No son objetos!
-¿Entonces te ha robado algo que no puede guardar?
-Sí, supongo.
-¿Y dónde los tenías guardados?
-¿Cómo voy a guardar un recuerdo?
-¿O sea que te han robado algo que ni tu ni el ladrón podéis guardar?
-¿Qué insinúas?
-¿Puedes quitarle algo a alguien que no tiene ese algo?
-¿Quieres decir que nadie me lo ha robado?
- Quiero decir que si lo ha robado, lo tendrá guardado.- Afirmó la mujer satisfecha por su propia conclusión.
-¡No se puede guardar el pasado, no es un objeto!- Sentenció nuestro nervioso y liado protagonista.
-Entonces buscas algo que nadie puede tener, pero que se puede robar…
-No te entiendo del todo, pero creo que sí.
-Si nadie puede tenerlo, entonces tú nunca lo has tenido.
-Claro que lo he tenido, sino no estaría buscándolo.
-¿Buscas algo que no tienes, no puedes guardar, te han quitado y que supones que tuviste?
-Exacto, supongo.- Respondió dudando.
Dejando la pipa a un lado, la chica se incorporó en su asiento cruzando las piernas a la vez que el búho estiraba sus alas.
-Bueno, todos en esta vida perseguimos metas y sueños imposibles, tu no ibas a ser menos.
-Si fuera imposible, no estaría buscándolo, ¿No crees?
-¿Acaso no te parece imposible encontrar algo que nadie tiene ni puede tener?
-Bueno Búho, si no quieres ayudarme no lo hagas, cuando lo encuentre vendré a recordarte la diferencia entre lo posible y lo imposible.- Respondió decidido levantándose de su cojín.
Volviéndose a recostar en su almohada la chiquilla respondió:
-Nada más alejado de la realidad, claro que te voy a ayudar, nunca me cansaré de ver como el pasado lanza un dado de seis caras al aire y, por una caótica casualidad, el futuro muestra una séptima.
-Bonita metáfora, ¿Cómo piensas ayudarme?
-La ciudad lleva días revolucionada por un visitante que nadie sabe quién es, excepto un niño huérfano.
-¿Y qué ocurre?
-El gobernador está moviendo la Guardia de la Ciudad en su busca. Veo miedo en sus acciones.
-¿Miedo de alguien que nadie conoce?
-Curioso, ¿Verdad?, normalmente no pasaría nada por un extranjero, pero está pasando algo, lo cual despierta infinitamente mi curiosidad.
-Encontraré al niño, espero que después me ayudes.
Y tras darle unas indicaciones para hallar al niño, la joven se despidió:
-Y recuerda que no eres el único que busca la séptima cara del dado, encuentra al niño antes del amanecer.
Dando una calada a su pipa, la bella joven se despidió con una gran sonrisa, de las que te enamoras y desconfías por igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario