Decidido a saber quién le había dado por muerto en esa cueva,
nuestro protagonista embarcó de nuevo y remó y volvió a remar hasta alcanzar la
playa que cubría el horizonte.
Aunque él no lo recordaba, ya había estado ahí, el olvido
había borrado cualquier rastro de memoria anterior al despertar de la cueva.
Sin pistas, sin ropa, con un solo objetivo, aquí empieza la aventura de nuestro
amnésico protagonista.
Recorriendo la playa con la mirada, pudo distinguir un
perrito de color claro y agradable, sentado en la arena. Era extraño, el
sabueso movía la cola entretenido observando una piedra, una simple y solitaria
piedra.
Nuestro hombre también se acercó a mirar la piedra
interesado, sinceramente, como tú, me gustaría saber qué tenía esa piedra o qué
tornillo andaba suelto en el cerebro de ambos, pero prefiero saltar
directamente a lo interesante.
Inexplicablemente el guardia se negaba rotundamente a abrir
las puertas. Al parecer no estaba bien visto que un perro y su amo desnudo
pasearan por la ciudad.
-He dicho que no voy a abrir y no voy a abrir ¿Te queda
claro?
-Me queda claro maldito calvo, ahora dime donde voy a
conseguir ropa si no me dejas pasar.
-¿Maldito calvo? Vuelve a la cloaca en la que te enseñaron
esos modales antes de que acabe contigo.
-No se de dónde vengo, solo recuerdo haberme despertado en
una cueva.
-Vaya perdona, parece que en algún momento te he hecho
pensar que me importa algo tu vida, lárgate.
-Creo que eres tu el que no me ha entendido, no tengo nada
que hacer excepto pasar por esa puerta. Así que esperaré hasta que me abras.- Y
se sentó cómodamente en el suelo arenoso.
Pasado un rato largo, apareció por el camino un leñador de
espalda ancha y brazos musculosos, lo típico. Detuvo su carretilla junto al
protagonista.
-Solo estoy haciendo tiempo, ya que no me deja pasar.
-No puedo autorizar el paso a gente sin ropa, órdenes del
gobernador.- Replicó el guardia.
-¿Y de dónde va a sacar la ropa si no puede entrar?
-No es mi problema, solo hago mi trabajo.
-¿De dónde dices que vienes?- Preguntó interesado el
leñador.
-Desperté ayer en una cueva sin recordar nada.
-Una mala borrachera quizás.- Añadió el guardia.
El forzudo giró pensativo hacia el guardia.
-No es el primero que aparece así, ¿Verdad?
-¿A qué te refieres?- El guardia cruzó los brazos incómodo.
-No recuerdas hace unos años…
-No recuerdo nada, ambos sabemos lo que esto significa.
-Ya, a nadie le gusta la gente sin pasado.
-¿Qué estáis diciendo?- Dijo el nudista amnésico mientras se
levantaba.
Guardia y leñador se miraron en silencio.
-La gente de aquí no se acerca a los que son como tú.
-¿Negro?
-¿Cómo que negro? ¿Qué clase de persona temería un color? Yo
hablo de tu pasado, lo que temen es que no lo tengas, o más bien quién te lo
quitó, o porqué te lo quitó.
El guardia escuchaba mirando hacia otro lado.
-¿Y eso por qué?
-Nunca lo he sabido, tampoco me preocupa. Vas a tener que
inventarte un pasado si quieres estar por aquí.
-También necesitaré ropa…
-Está bien, me has convencido, deja de insistir. No se
porqué pero me caes bien. Yo te daré un pasado y ropa, pero tendrás que
trabajar para mí talando arboles.
-¿Y por qué tu no me temes?
-Porque tengo un hacha.
-Trato hecho entonces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario